Sombras y destellos del abismo: forma
y color encarnando y difuminando la ternura y la vulnerabilidad.
Lo ominoso trasunta con igual intensidad:
tabiques de incomunicación toman materia en esqueletos de edificios.
Discontinuidades dentro de la continuidad,
en secuencia casi fractal.
La fractura de la monotonía,
emparentada con lo mítico como testimonio en bruto de la misma
póyesis.
El deseo de encuentro que se sueña
ya imposible, de azul y de hielo.
Y la lucha desigual por una luz tan
solar, tan vital, como incierta.
Tres ríos se entrecruzan y me
confunden como las espirales de un cordón, que nutre y que desagua.